Creo que una persona que atenta contra su salud de manera concreta y directa como el suicidio, es claramente una realidad trágica de esa persona y de quienes lo rodean.
La muerte, si bien es parte de la vida, nunca deja de ser dolorosa y trágica para el ser humano. Porque nos enfrenta a la finitud, al despojo, ni mas ni menos, de la vida misma.
Desde mi realidad, en la que busco sanar mi persona y todo lo que me rodea, ese tipo de filosofías de vida opuestas a la mía, son enfermas y enfermantes. Por eso tengo el atrevimiento de caratular al prójimo que me causa daño, o se causa daño, como: "Psicótico".
Es cierto que todos somos necesarios en el universo armónico en el que vivimos, pero también es cierto que todos tenemos el derecho a vivirlo como nos asumamos. Por lo tanto, uno debe saber caratular, clasificar, discriminar y elegir aquello que nos es sano o, en el caso contrario, aquello que nos es enfermo.
Con esto quiero decir que en la vida llega un momento de maduréz en el que nos debemos jugar, en el que debemos crecer y trascender todo mandato social, en el que debemos saber elegir. Es necesario aprender a discriminar sin miedos, sin prejuicios y por pura elección. Discriminar, en el buen sentido, nos sirve para diferenciarnos, para aceptarnos, para intercambiarnos y por lo tanto, para compendernos. Creo que si fueramos todos iguales, nada habría que aprender del prójimo, nada habría que elegir y el compartir sería una palabra sin sentido finalmente.
Al fin y al cabo, la única raza en la Tierra es la humanidad y como decían los Mayas: "Inlak'esh" (Tú eres otro yo y yo soy otro tú).
Por ello, a pesar que uno elija con quienes quiere relacionarse, debemos comprender que siempre existirá aquel opuesto a nosotros, aquel "psicótico" que desde nuestra realidad causa daño, que es enfermo. Pero también, debemos comprender que ese lugar que el diferente ocupa, alguien debe ocuparlo. Por lo tanto, honro que ese rol lo cumpla ese ser, que ocupe ese lugar y evite que lo ocupe yo.
Aunque, dejando de lado la falsa compasión, honro, pero teniendo en cuenta que esa honradez sin protección del amor propio, es como cruzar un puente sin puente. Por eso, caratulando al "psicótico" me advierto que allí falta un puente y la forma de protegerme es evitando cruzar por ese "sin puente".
Me parece muy bien que desde el amor aprendamos y nos animemos a juzgar las acciones del prójimo, me parece muy pero muy bien que sepamos identificar, desde nuestra realidad, aquello que nos daña. Pero me parece muy pero muy mal, que tengamos el tupé de condenar a los "psicóticos" y menospreciar su existencia.
Así que juzgo, opto, discrimino, pero nunca condeno. Así elijo vivir, así espero morir.
Luz para todos.
La muerte, si bien es parte de la vida, nunca deja de ser dolorosa y trágica para el ser humano. Porque nos enfrenta a la finitud, al despojo, ni mas ni menos, de la vida misma.
Desde mi realidad, en la que busco sanar mi persona y todo lo que me rodea, ese tipo de filosofías de vida opuestas a la mía, son enfermas y enfermantes. Por eso tengo el atrevimiento de caratular al prójimo que me causa daño, o se causa daño, como: "Psicótico".
Es cierto que todos somos necesarios en el universo armónico en el que vivimos, pero también es cierto que todos tenemos el derecho a vivirlo como nos asumamos. Por lo tanto, uno debe saber caratular, clasificar, discriminar y elegir aquello que nos es sano o, en el caso contrario, aquello que nos es enfermo.
Con esto quiero decir que en la vida llega un momento de maduréz en el que nos debemos jugar, en el que debemos crecer y trascender todo mandato social, en el que debemos saber elegir. Es necesario aprender a discriminar sin miedos, sin prejuicios y por pura elección. Discriminar, en el buen sentido, nos sirve para diferenciarnos, para aceptarnos, para intercambiarnos y por lo tanto, para compendernos. Creo que si fueramos todos iguales, nada habría que aprender del prójimo, nada habría que elegir y el compartir sería una palabra sin sentido finalmente.
Al fin y al cabo, la única raza en la Tierra es la humanidad y como decían los Mayas: "Inlak'esh" (Tú eres otro yo y yo soy otro tú).
Por ello, a pesar que uno elija con quienes quiere relacionarse, debemos comprender que siempre existirá aquel opuesto a nosotros, aquel "psicótico" que desde nuestra realidad causa daño, que es enfermo. Pero también, debemos comprender que ese lugar que el diferente ocupa, alguien debe ocuparlo. Por lo tanto, honro que ese rol lo cumpla ese ser, que ocupe ese lugar y evite que lo ocupe yo.
Aunque, dejando de lado la falsa compasión, honro, pero teniendo en cuenta que esa honradez sin protección del amor propio, es como cruzar un puente sin puente. Por eso, caratulando al "psicótico" me advierto que allí falta un puente y la forma de protegerme es evitando cruzar por ese "sin puente".
Me parece muy bien que desde el amor aprendamos y nos animemos a juzgar las acciones del prójimo, me parece muy pero muy bien que sepamos identificar, desde nuestra realidad, aquello que nos daña. Pero me parece muy pero muy mal, que tengamos el tupé de condenar a los "psicóticos" y menospreciar su existencia.
Así que juzgo, opto, discrimino, pero nunca condeno. Así elijo vivir, así espero morir.
Luz para todos.