Un día más de viajar en colectivo volviendo de mi trabajo, apretado como la gran mayoría de los que viajan en los medios de transporte de Argentina, me detengo un segundo a pensar en el desdichado colectivero y lo poco reconocido que es su labor. Está claro que para cumplir esta tarea, basta con saber conducir el “bondi”, memorizar el recorrido, aprender a marcar el valor del viaje en la maquinita y respetar las normas de tránsito.
A primera vista es una ciencia bastante sencilla y alguien más o menos avivado la puede realizar. Entonces, viendo esto, uno comprende por qué el sueldo es normal y es perfectamente adecuado para dicha función. Aunque, yo me pregunto si tenemos en cuenta el entorno social y las condiciones en las cuales, dicha persona, tiene que llevar por el buen camino a tantos pasajeros. Porque, es cierto, ser chofer de Bondi es una gran responsabilidad, dado que, transporta una cantidad incontable de pasajeros día a día.
Es justamente aquí donde se produce mi reflexión, hago “clic” y pongo en duda. Automáticamente, pienso en el sueldo y la responsabilidad que tiene un gerente en una empresa muy grande, teniendo más de cien personas a su cargo. Por supuesto, esta persona deberá tener obligaciones y responsabilidades muy importantes para conducir por el buen camino a tantos empleados de su Empresa. Inevitablemente, siento la necesidad de comparar y preguntarme por que un colectivero gana tan poco en comparación con un gerente, que tiene la responsabilidad de “conducir” a un equipo para que realice bien su trabajo. En cambio el colectivero, además de tener la responsabilidad de conducir a tantas personas hacia su trabajo, para realizarlo en tiempo y forma, tiene que velar por sus vidas en dicho proceso. Y como si esto fuera poco, mientras vela por la seguridad e integridad física de sus pasajeros, también tiene que tolerar algunos insultos de gente cansada de viajar “para la mierda”, quizás algún que otro asalto con alguna apuñalada de por medio y, el padecimiento constante del aglomerado tránsito estresante, con algún choque infortuito cada tanto.
Es decir que, para ser Colectivero en este país y sostenerlo cabalmente, debería ser necesario tener la paciencia y tolerancia de un monje zen; el coraje de un samurai; la pasión, vocación y disciplina de un artista; y, la misma o más, responsabilidad social de un bombero voluntario. Por eso, mi conclusión es que si creemos que ser gerente en una multinacional significa ser merecedor de un elevado sueldo, entonces, preguntémonos que debemos cambiar para que un colectivero siga ganando lo que gana. Porque si las cosas sigue así, quizás, sea mejor pagarle lo mismo que al gerente y agradecerle, además, por animarse a desempeñar este trabajo.
Gracias por leerme nuevamente y ojalá podamos mejorar este tipo de cosas.
¡Luz, paz y amor para todos!
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